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El impacto negativo de los medios de comunicación en la ética de la vida.

Los medios de comunicación pueden y deben enriquecer

la comunicación, la solidaridad, la intercomunicación,

los valores y las virtudes, etc., pero no es menos

cierto el influjo negativo de dichos medios en la llamada

cultura de la vida. Desgraciadamente, y a los hechos

me remito, la TV y los Mde. C. se han convertido,

lamentablemente, en el intento más brillante y efectivo

de desmoralización, desvalorización y descristianización

y paganización del mundo actual.


Empiezo calificando como negativo el tema que voy brevemente a exponer, porque nadie discute los efectos positivos de los medios de comunicación, que todos aprobamos y nadie discutimos. Ahí no está el problema. Los medios de comunicación pueden y deben enriquecer la comunicación, la solidaridad, la intercomunicación, los valores y las virtudes, etc., pero no es menos cierto el influjo negativo de dichos medios en la llamada cultura de la vida. Desgraciadamente, y a los hechos me remito, la TV y los Mde. C. se han convertido, lamentablemente, en el intento más brillante y efectivo de desmoralización, desvalorización y descristianización y paganización del mundo actual. Un sociólogo francés, Philippe Saint-Marc ha puesto el dedo en la llaga: “Esta es la última victoria de Hitler: la tortura se instala en nuestro universo mental como un comportamiento habitual, un suceso banal y progresivamente como una actitud normal. Gracias al liberalismo de la censura, los fantasmas eróticos o sádicos de los guardianes nazis liberando sus peores instintos han invadido las pantallas del cine y son actualmente un espectáculo permanente y pervertidor… sin duda algunos pretenden que la pornografía y el sadismo cinematográfico o periodístico liberan. Es falso. No existe ahí una sustitución de la violencia individual latente, sino un aprendizaje de la crueldad, una incitación a la imitación, a la reproducción en la vida cotidiana de actos de degradación o de destrucción, que han impresionado la imaginación del actor y del espectador”. A fuerza de verlo todo se termina pro aceptarlo todo y a fuerza de aceptarlo todo se termina por aprobarlo todo.


Indiscutiblemente la TV se ha convertido en el más influyente medio de comunicación; llega a millares de hogares y en ella se gastan miles de horas de las familias o de lo poco que va quedando de ellas. Algunos la califican del “enemigo número uno de los niños”; otros del “enemigo en casa”; calificativos como el de: “nodriza electrónica” ya no nos resulta extraño. Se convierte en “pareja de los que no tienen pareja”. Es el electrodoméstico más utilizado, después del frigorífico que no se desconecta nunca. Es, en muchas ocasiones, el protagonista de la vida familiar, o quien nos “consuela” de la ausencia de la misma: El modelo de familia que la publicidad nos presenta es el del matrimonio o “pareja”, niño y perro o gato. O matrimonio, niño y niña. La familia numerosa o de tres o más hijos brilla por su ausencia. Se gastan millones en publicidad de anticonceptivos. Los videojuegos se han convertido en los juguetes del nuevo siglo y sustitutivos de los tradicionales. Una joven de 20 años ha reclamado a la subsidiaria en los E. U. de Nintendo más de 20 millones de dólares tras sufrir, mientras jugaba, un ataque epiléptico.

Un gran humanista y médico de nuestros días, Laín Entralgo, decía que el mundo se había convertido en un inmenso basurero, y no se refería sólo a los desechos orgánicos o industriales sino principalmente a la corrupción y a la inmoralidad. En encuestas realizadas en diversos países se han señalado datos preocupantes: Sin salir de su casa un niño veía en una semana: 670 homicidios; 15 secuestros de menores; 848 peleas; 420 tiroteos; 11 robos; 11 desnudos; 20 escenas eróticas; 30 torturas; 8 suicidios; 13 intentos de suicidio. En un año, 12 mil actos violentos; 14mil referencias sexuales; 2 mil anuncios de bebidas alcohólicas (España). No tiene mucho de extraño que en otra encuesta realizada en Suecia el 40% de los niños suecos entre 6—10 años creyera que los seres humanos morían exclusivamente por asesinato.


Nos paraliza la imaginación, el miedo o la emoción cuando vemos destruirse las torres gemelas con su secuela de muerte y destrucción pero paradójicamente no nos impresionan los criminales con bata blanca (médicos) que legalizados por criminales de toga negra (jueces y políticos) asépticamente asesinan a sangre fría niños y ancianos en hospitales públicos y privados del mundo que llamamos, falsamente democrático. Naturalmente esas escenas las evita nuestra civilizada TV, que pudorosamente oculta sus cifras porque pueden herir la sensibilidad. Hemos olvidado que Jesús fue también embrión.


No podemos olvidar que los cinco grandes de la Comunicación: cuatro hombres y una mujer: tres anglosajones, un alemán y un francés se reparten por ahora el imperio de las comunicaciones. Todos creen en la llamada aldea global: su patria para hacer negocio es el mundo. Todos ellos son políticamente correctos, progresistas y de izquierdas, porque calificarse de derechas suena poco menos que a un insulto. Naturalmente desconocen la opinión de Ortega y Gasset cundo decía que ser de derechas como ser de izquierdas era una de las infinitas maneras que tenemos los hombres de ser idiotas. Y conste que lo dijo hace más de cincuenta años. Creen que la cultura es simplemente economía y no semillero de ideales. Como dicen que ha dicho uno de ellos, Rupert Murdoch, dueño de News Corporation, de la Fox, de TV por cable en EU, de Sky News, el serio Time y el sensacional y amarillista The Sun: “para enseñar ya está la escuela”. Naturalmente adoran el libre mercado y naturalmente hacen lo posible por dominarlo. Su ideología es no tener ideología. Su ética es no alardear de ética. Su religión es no tener religión o relegarla a la sacristía para que no moleste demasiado.


En fin la TV y los medios de comunicación no son el diablo pero tampoco el Redentora. Yo aconsejaría no olvidar que los dientes de la naturaleza muelen lento pero muelen seguro. Como suele decir: Dios perdona siempre. Los hombres algunas veces. La naturaleza, jamás.


Una democracia sin ética es como un suicidio por anticipación.


La TV y los medios de comunicación puede y deben cumplir un importante papel educativo ayudando a construir una real y verdadera cultura de la vida donde desde niños se pueda vivir en un clima de lucha y de paz donde se promuevan los valores no como un sustitutivo positivista de los bienes porqué la historia del último siglo nos ha enseñado una gran lección: cuando los valores se divorcian de su sustrato ontológico ser—bien se degradan a una mala caricatura de las virtudes. Promover valores sin virtudes es engañarnos a nosotros mismos. Después de todo al cielo no se llega con valores, se llega con virtudes.


“Más luz, menos sangre” gritaba Cervantes en su tiempo.


Hoy podríamos decir “más sexo, menos sexo”. Más amor, menos vísceras.


No son sólo las drogas lo que sobra sino educación lo que falta.


Frente a la incultura de la increencia la verdadera cultura de la creencia.


“La fe es la madre de todas las energías del mundo y sus enemigos los padres de todas las confusiones del mundo” (Chesterton, Ortodoxia, Brescia 1932, p. 226).


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